¡No hagamos publicidad de la publicidad!
Unknown
3/12/2016 12:03:00 a. m.
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SEIS MINUTOS ¿PARA QUÉ?
La Publicidad, así con mayúscula, tiene
nombre de mujer, muy coqueta, bien vestida, con una imagen impecable,
deslumbrante y siempre a punto para salir, y mostrarnos aquello que es la
envidia de otras mujeres.
La
Publicidad no se presenta de antemano, entra de improviso en nuestras casas y
casi siempre en nuestras vidas. Pero aunque nos digan lo contrario, la
Publicidad no es un ente de nuestro mundo actual, La Publicidad se puede decir
que ha coexistido con nosotros desde muy antiguo, bástenos como ejemplo la
siguiente historia extraída sorprendentemente de los textos bíblicos, nuestro
protagonista un elocuente caballero se encuentra en Atenas, lugar sabio por
excelencia y dónde los atenienses, que eran muy dados e interesados a las cosas
nuevas, recibían en plaza pública todo lo que provenía de fuera:
“Todos
los atenienses y los forasteros que allí residían en ninguna otra cosa pasaban
el tiempo sino en decir y oír la última novedad.
Pablo,
de pie en medio del Areópago dijo:
“Atenienses,
veo que vosotros sois en todos los conceptos, los más respetuosos de la
divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he
encontrado también un altar en el que está grabada esta inscripción: “Al Dios
desconocido.” Pues bien, lo que adora sin conocer, eso os vengo yo a anunciar.”
Bien, eso sucedía a mitad del siglo I,
y ya un hombre muy erudito y que se fijaba en todo aprovechó algo que se
encontraba por allí para empezar a anunciar y dar publicidad a las cosas que le
traían por aquellos lares.
La Publicidad es muy amplia y todo se
puede comprar y vender, hoy por hoy en que todo se ha magnificado y llevamos
las situaciones a extremos, pese a que siempre se ha hecho, La Publicad trata
de convencernos de hay otros mundos maravillosos, aunque todos están en este,
donde todo reluce al frotar un mágico trapo, y dónde los pestilentes olores se
convierten en aromas procedentes de bosques, campiñas y playas seduciendo a
todas las féminas y con ellas a los arrogantes caballeros.
Es de mi opinión que los sesudos
publicistas saben muy bien a quienes dedican, en especial sus anuncios, lo que
pasa es que siendo yo del género femenino no me gusta admitirlo, que es a
nosotras en especial quienes somos el objetivo final de sus dardos publicitarios,
pues al fin y al cabo somos quienes hacemos casi todo, son muchas las teclas
que manejamos, sin contar las del ordenador.
La Publicidad, como otras muchas cosas
en este planeta, es en un porcentaje muy elevado, pongamos un 85%, es
completamente engañosa, claro que si no, no sería propaganda que es sinónimo de
Publicidad, por lo tanto desde mi punto de vista tiene mucho de amoral, no
deteniéndose ante ninguna regla con tal de conseguir el mayor número de ventas
posible.
Así como se puede interpretar, que con
la cantidad de elementos nutritivos poco recomendables para la salud, se
aconseje a las sufridoras madres que entreguen a sus hijos ciertas golosinas
cargadas de edulcorantes de los que solamente se sabe que son una E y luego un
número sospechoso, y también gran cantidad de azúcares para potenciar el sabor.
Así los niños mandan a sus madres que compren esto o aquello por que son buenas
cosas ya que la tele lo dice.
La televisión ha sido el gran Heraldo
de la Publicidad, se podría decir que es como el Hada Madrina que le ha dado
alas para que revoloteé en todas las casas y por todas las cosas, aunque a
veces solamente sea por seis inacabables minutos. Durante ese tiempo, a las
amas de casa les permite hacer muchos laboriosos trabajos: Preparar la comida o la cena del día, fregar un par de
platos, sacar el polvo de esto o de aquello, barrer este o aquel rincón,
siempre y cuando no sea de noche, pero sobre todas las cosas lo que producen
esos seis minutos, es amnesia, si amnesia sobre el programa, la serie o la
película que se estaba viendo.
Los genios de La Publicidad también se
han aprovechado con la música, a la que exprimen y roban todo lo que pueden.
Dice mi abuelo que siempre recordará con desagrado como una melodía tan
maravillosa como: “Recuerdos de la
Alambra” la acabaron destrozándola con un anuncio de ¡salchichas! Oír y ver
para creer.
Vivimos en un sistema como robotizado, donde
nada es lo que parece, carente de personalidad, si esta no viene encauzada por
ciertos elementos perturbadores y que tratan de pervertir en la juventud el
elemento más bello de la niñez y la pubertad, el deseo de soñar y de pensar que
todavía hay maravillas que existen, aunque solamente estén en nuestra mente
pero mientras estén allí siguen siendo solamente nuestras, no las cambiemos por
algo que no llegará jamás.
Como dice mi abuelo, la Esperanza, es
una moneda falsa con la que hemos sido comprados desde Adán y Eva hasta el día
de mañana.
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