6 minutos y volvemos

Hemos visto recientemente distintas multas por exceso de publicidad en ciertos canales de la televisión española. Este hecho hace plantearnos distintas cuestiones en cuanto al uso que se da a los tiempos estipulados destinados a los anuncios.

Actualmente la la ley prohíbe la superación  de los 12 minutos de publicidad por hora en televisión, sin embargo, esta ley es indudablemente infringida por cadenas televisivas cuyo nombre todos conocemos... no es la primera ni será la última vez que los anuncios nos cortan nuestro programa favorito justo en el momento donde se ponía más interesante...

Obviamente la comisión audiovisual vela por el debido cumplimiento de la leyes  y castiga a los infractores con sus respectivos métodos: sanciones administrativas evidentemente. Pero este hecho hace plantearnos varios asuntos verdaderamente escondidos. Si la administración sanciona a las empresas televisivas ¿ Por qué éstas, siguen infringiendo la ley contratando más publicidad?

Puede parecer una situación absurda y quizás sin relevancia, no obstante, se debe matizar. Los canales de televisión ingresan una cantidad importantísima de dinero traspasando los 12 minutos por hora, incluso pagando las multas que impone el Estado.

Si sacamos conclusiones, rápidamente veremos que las cadenas publicitarias disponen de un gran capital económico mediante el que pagan las multas, asimismo, siguen  obteniendo grandes beneficios.

¿No sería más justo subir las tasas y darles a estas grandes empresas su verdadero merecido? No deberíamos solo reivindicarnos por nuestros amados momentos en el sofá mirando nuestro programa favorito con unas palomitas al lado, si no también por una cuestión de dignidad. Además éste uso menos permisivo  de la ley podría poner otro granito de arena para ayudar a nuestra querida Hacienda a sacar el país adelante y dejar de favorecer siempre a los ricos, dándoles así un pequeño respiro a las clases bajas, quiénes trabajan para apenas poder pagar los altos impuestos.

Desde esta perspectiva es difícil no darse cuenta de los enrevesados métodos que usa el Gobierno para proteger el patrimonio de las grandes empresas y es aún más preocupante pensar en qué ofrecen las grandes empresas a cambio de este servicio del Gobierno.

No a muchas personas les gustan los anuncios, y menos en sus tiempos de relajación también conocidos cómo "mirar la tele". Sin embargo estos hacen un gran servicio a la sociedad, y no sólo económicamente hablando...

En conclusión debemos plantearnos si la publicidad se aprovecha de todos nosotros... o peor aún, ¿se nos utiliza indebidamente con fines de ganar dinero? ¿Pueden las grandes empresas dominar la política de éste país?

De todas formas,¿quiénes somos nosotros, los consumidores, para poder opinar?