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» » » El detective Warlock


Andrei 3/08/2016 10:28:00 p. m. 0

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  Estaba yo, detective Warlock, conocido como “El Espantapájaros”,  en el decimotercer cumpleaños de mi sobrina, Dorina, y vino el sabelotodo de mi becario, Andrei, también llamado en la oficina “El cejijunto”. ¿Un apodo cariñoso? No, en realidad no; es un  aguafiestas
  Así pues, estábamos celebrando un caso, como de costumbre en el Astronauta, nuestro club favorito, y apareció él. No estaba invitado, pero entra, pide un aguardiente, mete una coliflor dentro, se vuelve a pedir otro y así varias veces, hasta que nos vomita encima. Lo que más me dolió fue que manchara mi cortapuros, un regalo de la Central.
-Acaba de llegar un señor con una carta importante –me dice el cejijunto.
-Tráeme el abrecartas, muchacho. –respondí yo.
-No se distraiga de lo importante.
-Lo siento.
   No era cualquier carta, estaba claro y lo venía venir: era de don Pablo; llegaba la hora, la hora de decidir. Fue hace mucho, pero aún me acuerdo de la sensación de miedo recorriendo mi cuerpo; no estaba limpio por aquella época, como podéis suponer y don Pablo tenía demasiado sobre mí; pero la verdad es que no sabía a quién temía más: si a él o al “Matarratas” del comisario. 
  La carta solo decía: Hasta medianoche. En ese momento lo veía claro, la situación era muy peligrosa: el “Matasuegras”, como lo conocéis ahora por la prensa, era el caso del que me ocupaba y ¡qué coincidencia!, amigo de Don Pablo. 
  Froilán el “Matarratas” sabía de mis trapos sucios, pero aunque no pudiera demostrarlos, no estaba dispuesto a permitirlo. Cinco minutos después de leer la carta, llamé al aparcacoches y fui al aeropuerto. En ese momento estaba yo en un cuadrilátero, contra un oponente con el cual no podía hacer nada y con un ojeador observando todos mis  pasos, tenía que improvisar.
-¿Porque al aeropuerto?
-Porque era donde don Pablo lo manejaba todo.
-Pero no murió allí, esto no me cuadra.
-Tranquilo, lo explicaré todo. Lo encontré solo en el baño, haciendo sus cosas, y le pegué un tiro en la cabeza, así de fácil; ¡qué torturas ni qué torturas!, os inventáis cada cosa en la prensa hoy en día... Llamé al lavaplatos de mi cuñado, Juan, que trabajaba en uno de los restaurantes de allí; es un hispanoamericano a quien le conseguí un permiso de trabajo en el país, así que me debía un favor. Tenía sus cualidades y unos contactos un tanto extraños; yo le dejaba en paz, hacía a mi hermana feliz, además, tampoco es que yo fuese un santo por aquel entonces. 
  Compramos una maleta, la pusimos en el montacargas con él dentro y ya, estaba hecho; volví al cumpleaños de mi sobrina y a un Don Pablo rojiblanco volando hacía Somalia.
-Ya veo, extraña confesión. ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo?
-En los últimos días he recibido muchas llamadas; Juan murió asesinado, el cejijunto murió ayer de una forma extraña y lo que más me duele, Dorina, por un infarto en el funeral de su marido. Lo vi como una señal, aunque sea de hace 35 años, no importa, ya es hora de confesar.
-Le hizo un favor a la sociedad ese día, señor Warlock, pero lo hizo mal. Le damos las gracias por su confesión. Creo que ya sabe lo que le espera.
-Siempre quise probarla, espero que sea cómoda, ¿La correa aprieta mucho? Es lo que he oído.
-Bueno, depende de la cabeza que se tenga.
-Ya entiendo. Gracias. 



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